Abengoa y la escalera al sol


Normalmente, cuando se analiza una empresa es necesaria estudiarla a fondo, pero existen excepciones. Cuando usted pasea por la calle y observa a la gente, puede averiguar quién es alto y quién es bajo sin necesidad de un metro. Eso mismo también se puede hacer con las empresas.

Abengoa es una de esas empresas cuyos estados financieros desprenden un olor nada agradable contemplándolos superficialmente. En otras palabras, la empresa apesta más que un pescado al sol después de varios días.

Esta empresa tenía un sueño, al igual que cada uno de ustedes tendrá el suyo. Concretamente, el sueño de Abengoa era llegar a conquistar el sol, y se empeñó tanto en llegar a tocarlo que mandó construir una escalera.

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Sin embargo, había un problema, Abengoa no disponía de suficiente dinero para llegar hasta el astro rey, así que comenzó a pedir dinero a otros soñadores (se endeudó). Estos soñadores tenían, a su vez, otro sueño, hacer dinero prestando dinero, ya ve, todo el mundo tiene sueños.

Nuestra querida soñadora sabía que algún día debía devolver el dinero prestado, y ese día llegó en 2015. El problema era que Abengoa se había empeñado en tocar el sol y se había olvidado de la realidad, una realidad que no entiende de sueños.

Abengoa estaba tan cegada por el sol, que no se dio ni cuenta de que se acercaba rápidamente al infierno.

Los últimos flujos libres de caja son negativos, y si se suman dan un déficit superior a los 10.000 M
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. En otras palabras, estaba descendiendo para conocer a Satán. Quizás soy una tortuga un tanto desconfiada, pero puede que nuestra soñadora decidiese ir al sol y al Infierno a la vez; total, hace calorcito en los dos sitios.

Aunque este artículo pueda parecer un poco cómico, lo que le ha sucedido a Abengoa no tiene nada de divertido. Un inversor prudente y con inteligencia jamás habría comprado ni una sola acción de Abengoa. La Tortuga Inversora sabe que para tocar el cielo no hace falta endeudarse como lo ha hecho nuestra soñadora, quizás ella no sabe que el cielo comienza justo dónde empieza el suelo. En fin, huya de Abengoa y salga a mirar la luna desde su balcón, está mucho más cerca de alcanzarla que no Abengoa de tocar el sol. 

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